El barrio Meiggs se ha convertido en el epicentro de un preocupante escenario en el que el crimen organizado y el comercio ilegal despliegan su influencia. Tanto vendedores como visitantes relatan que la zona, a la que se hace referencia como una ‘zona cero’, es prácticamente impermeable a la presencia policial. Esta situación recuerda, en cierto modo, al Temucuicui de la Araucanía, donde el Estado parece ausente.
Durante un recorrido, varios locatarios comentaron que pagan por sus espacios y los llamados ‘toldos azules’, a cambio de una presunta protección, mientras que la presencia de bandas extranjeras, especialmente venezolanos, se ha hecho notar en el territorio. El alcalde de Santiago, Mario Desbordes, reconoció que el control de la calle está en manos de organizaciones dedicadas al microtráfico, al tráfico de cigarros y a otras actividades ilícitas, complementadas con la presencia de sujetos armados que custodian estos espacios.
El presidente del Senado, Manuel José Ossandón, enfatizó que este sector se asemeja a un Temucuicui Metropolitano, donde la ley no se cumple y el crimen organizado opera sin restricciones. Las intervenciones policiales, calificadas de meros shows mediáticos, suelen ser efímeras, ya que en cuestión de días la situación regresa a su estado anterior o empeora, evidenciando la falta de un operativo robusto.
Expertos señalan que la injerencia de Carabineros se ve limitada por factores estructurales, políticos y la insuficiente dotación de fuerzas para desalojar a los comerciantes ilegales que han tomado cuadras enteras. En este contexto, la violencia se ha incrementado: se han registrado incidentes con enfrentamientos violentos entre vendedores y guardias municipales, robos a plena luz del día y situaciones de caos vial, que obligan a peatones y transportistas a evadir a los delincuentes que defienden agresivamente sus territorios.
Además, la comunidad del sector, en particular la china, ha optado por contratar servicios de seguridad privada, mientras que casos de corrupción en años recientes, vinculados a altos funcionarios y ex policías, han evidenciado un círculo vicioso en el cual la impunidad y el desorden se retroalimentan. La evasión tributaria se estima en miles de millones, subrayando la magnitud del problema.
Con un foco comercial que data del siglo XIX, Meiggs continúa sumido en una situación crítica que, según Desbordes, se remonta a varios años. Pese a las promesas de solucionar la problemática en un plazo determinado, los desafíos persisten, y el barrio se mantiene como un claro ejemplo de la ausencia de control estatal en áreas donde la delincuencia y el comercio ilegal han instaurado su propio orden.
Autor: Jorge Rojas